La palabra lomilomi simplemente significa «frotar», pero en realidad es mucho más que eso. Es un arte curativo tradicional hawaiano: una práctica, un estilo de vida y un servicio arraigado en una profunda presencia y amor.

Gracias a mis viajes a Hawái y al tiempo que pasé estudiando con mis maestros, he llegado a comprender que el lomilomi es una de las expresiones más cercanas a la verdadera medicina holística. Al experimentarlo, sentirás que es algo diferente, algo más profundo y significativo que el trabajo corporal convencional.

Una tradición sagrada

Tradicionalmente practicado durante transiciones importantes de la vida, el lomilomi se reservaba antiguamente para los ali‘i (la realeza hawaiana). Si bien los tiempos han cambiado, esta poderosa modalidad aún ofrece un apoyo profundo al comienzo de un camino personal, durante períodos de transformación o al enfrentar desafíos físicos o emocionales.

En esencia, la sanación es innata, pero florece en un ambiente de amor. Como dice mi maestra kumu Dane Kaohelani Silva:

“Lomilomi es 80% mana (poder espiritual), 20% técnica”.

La sesión de lomilomi te invita a escuchar las necesidades de tu cuerpo. A veces, la práctica curativa puede comenzar incluso antes del masaje, con una limpieza, descanso o preparación para la conexión a tierra. De hecho, en muchas culturas tradicionales, la desintoxicación se considera un paso vital antes de una sanación profunda. Lomilomi honra esa misma sabiduría.

Toca con intención

Lo que hace único al lomilomi no es la profunda presión de las manos ni la música, sino la intención detrás del toque. La sanación más poderosa a menudo se logra mediante un toque sutil e intuitivo.

Recuerdo un momento con mi kumu (maestro), Dane Kaohelani Silva. Durante una clase de oncología y lomilomi, sufría fuertes cólicos menstruales. Al final de la clase, se acercó y colocó suavemente su dedo mana en la parte superior de mi estómago y en mi brazo. En cuestión de segundos, el dolor se alivió. Con una presión simple, consciente y compasiva, restableció el flujo sanguíneo. El dolor desapareció por el resto del día. Esa es la esencia del lomilomi: abierto, preciso y presente.

Una práctica arraigada en Aloha

Más allá de protocolos, procesos y técnicas, lomilomi se basa en Aloha: un profundo sentido de amor, respeto, presencia y paciencia. Este cuidado se extiende primero a ti mismo y luego a quienes te rodean.

“Cuando el amor no funciona, aumenta la dosis.”

(Kumu Dane Kaohelani Silva)

Cada sesión es única. Algunas personas se sienten como si flotaran en las olas del océano. Otras liberan emociones almacenadas o reconectan con recuerdos ancestrales. La práctica puede incluir cantos sagrados (pule), plantas medicinales (lā‘au lapa‘au) o guía espiritual, según lo que se necesite en el momento (ya escribimos sobre los transformative benefits of lomilomi).

Un regreso a la naturaleza

Una conexión íntima con la naturaleza también es un pilar de la práctica lomilomi, no solo como una forma de cuidar, sino como una forma de estar plenamente presentes, conscientes y arraigados en el tiempo y el espacio que habitamos. Es una forma de compartir las increíbles enseñanzas de la naturaleza.

No es solo un medio de sanación, sino también una forma de estar plenamente presentes: despiertos al momento, arraigados en la tierra y abiertos a la sabiduría que nos rodea. Todos podemos experimentar el amor que hay detrás del tacto; puede ser: el viento en la cara, la calidez del sol, el susurro de un ser querido, el canto de los pájaros al amanecer, el abrazo de la Madre Tierra o la quietud del Padre Cielo.

Lomilomi nos recuerda que la verdadera sanación comienza con el amor, la conexión y la presencia. Y desde aquí es también donde comienza el despertar.